El jardinero Blanco fue quien en 1868 realizò las obras del parque. Uno de los siete primeros eucaliptos que se introdujeron en el paìs fue plantado en medio del parque por el propio Dn. Ambrosio P.Lezica propietario de la antigua quinta. El Parque Rivadavia cobijò bajo su techo de follaje centenario a muchos de nuestros poetas màs renombrados, la mayorìa vecinos del lugar, como Conrado Nalè Roxlo quien vivìa frente a èl, que solìan reunirse en el parque con otros escritores.
PARQUE RIVADAVIA LA QUINTA DE LOS FANTASMAS
A la vera de la Avda. Rivadavia florecieron suntuosas quintas a mediados del siglo pasado.Ese fue el panorama que divisaban entonces los viajeros que se dirigían a San José de Flores. Una de esas quintas, sin duda la más famosa, era la de Don Ambrosio Placido Lezica, que comprendía una extensión considerablemente mayor a lo es actualmente el parque. Cerca del ombù y a cuya sombra se realiza el encuentro de filatelistas y aficionados a la numismática, entre otros, se levantaba la vivienda de la servidumbre, construcción de una sola planta con ventanas de rejas, sobre Rivadavia. Según aseguraban los numerosos creyentes de aparecidos y fantasmas era peligroso transitar en horas de la noche, llamandola "La Quinta de los Fantasmas". A tal punto llego la superstición de la gente que muchas personas solían cruzar Rivadavia para seguir caminando por la vereda de enfrente del actual parque. Las leyendas que se tejieron fueron muchas. La màs difundida fue tal vez la de la lavandera que trabajaba por la noche, en su batea, y luego a la luz de la luna tendìa los lienzos en las ramas de los àrboles, ahuyentando a las personas por su presencia realmente grotesca e insòlita, pues le faltaba la cabeza, perdida en un hecho criminal del que habìa sido victima. Para otros era tambièn planchadora y recorrìa la quinta llevando en alto su plancha enrojecida. Otras fantasìas conformaron el anecdotario: como difuntos que se paseaban encapuchados con blancas sàbanas, un ciervo que salìa a tranquear de noche asustando a la gente con luces malas y ruidos extraños, o lamentos de cristianos que se encontraban a punto de ser degollados.
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